Una alternativa al pescaíto
La taberna “Hasta los Andares” ha logrado hacerse un hueco en la hostelería malagueña ofreciendo un producto español, pero atípico de Málaga. Emplazada en la calle Casas de Campos, en el Soho, la taberna logra distinguirse del característico pescaíto frito gracias a la venta de cerdo ibérico y sus derivados principalmente.
Su propietario, José Antonio Violero, correlaciona el nombre del restaurante con los productos que venden. “Además de los derivados del cerdo ibérico, también ofrecemos quesos, lenguas, anchoas, secreto de ciervo… todo curado. Son productos originales y específicos nuestros, muy particulares. Por eso pusimos un nombre original, porque nuestros productos lo son”.
Nacidos en Ciudad Real, Violero confiesa que el negocio comenzó como una tienda, no una taberna. Gracias a un local situado frente a su tienda, surgió la idea de hacer una taberna de degustación, en la cual degustar alguno de sus productos y poder comprarlo en frente si al cliente le agradaba.
Con el paso de los años y el triunfo imprevisto del negocio, la familia decidió crear franquicias, gracias a las cuales Violero aterrizó en Málaga mientras que sus hijos decidieron instalarse en Madrid, Barcelona y Ciudad Real. El restaurante también oferta vinos de Rioja, de Somontano (Huesca), de Cataluña, Galicia o Málaga. Respecto a este último, Violero lamenta que los hosteleros de Málaga no tengan la costumbre de ofrecer vino de la tierra. Además sostiene que uno de los principales obstáculos en la difusión del vino de Málaga es su elevado coste, pues según él, “si quieres salir al mercado, debes salir con precios competitivos, sobre todo al principio, y poco a poco, si crees que tu vino lo merece por su calidad, ir subiendo el precio”.
Por último, Violero señala el queso manchego ofertado en la taberna, “el que nos identifica y nos ha hecho triunfar”, además de los productos curados procedentes de las cuatros zonas ibéricas por excelencia: Guijuelo, en Salamanca, sierra de Aracena, en Huelva, la comarca de Los Pedroches, en Córdoba, y Extremadura.